Médicos en 1944

En un interesante libro publicado en 1944 titulado Directorio de actividades económicas de la República Dominicana, aparecen los médicos registrados en esta publicación en cada provincia con las que contaba el país en ese año. 

En la provincia de Azua aparecen los doctores Arístides Estrada y Simón Striddles.  En la provincia de San José de Ocoa estaban los doctores Ramón Arias, con consultorio en la calle Pte. Trujillo y Carlos Báez en la calle Colón de la capital de provincia.

En la provincia de Bahoruco y en la común de Neyba estaban los doctores Rogelio Cordero Castro y Julio Isidor.  Por otra parte en la provincia de Barahona y en la común del mismo nombre estaban establecidos los doctores Ramón Báez Soler en el batey C del ingenio Barahona, Ulises Cruz Ayala, quien se encontraba en la fortaleza del Ejercito Nacional, Clarence Hamilton, Jorge Leguen Montoya, Gerardo Martín Ellis y Pablo Johnson Mejía. En la misma provincia en la común de Cabral estaba establecido el doctor Luis M. Bonnet.

En la provincia Duarte en la común de Castillo ejercía el doctor Augusto Duarte, en la común de Pimentel los doctores Felipe Achecar, Manuel Ortega y Luis Peralta, y en la común de San Francisco de Macorís, los doctores Eusebio Alba, Rafael Alba, Luis  Betances, Amado Camilo, Jose Amado Camilo, Rodolfo de la Cruz Lora, Salustiano Fanduiz, José A. Hernández, Federico Lavandier, Amadeo Sturla, Antonio Tejada, Cornelio Tejada y Pascasio Toribio. En la común de villa Julia Molina ejercía el doctor Luis Cartagena, mientras que en Villa Riva no había facultativo y solo farmacéuticos. En la provincia de El Seibo y en la común del mismo nombre ejercían los doctores José Fajardo y Lisandro Quiñones, en la común de Hato Mayor los doctores Emilio Cuello, José Marmolejos, Angel Messina y Serafín Ramírez. En la misma provincia y en la común de Higuey ejercían los doctores Ernesto Botello Y Julio Valdez Santana. De igual forma en la común de La Romana ejercían los doctores Héctor Duverge, Francisco Gonzalvo, Ángel Isner, Leopoldo Martínez, Luis Ruffin y Baudilio Vélez.

En la provincia Espaillat y en la común de Moca ejercían los doctores Santiago Collado, Napoleón Henríquez, Elías kalac, Enrique Martínez, Antonio Rojas, Carlos Rojas, Enrique Santelises y Alfredo Yapur. En la común de Salcedo están registrados los doctores Ramón Brache, Santiago Figueroa, Víctor Rodríguez Marino Toribio y Pascasio Toribio.  En la provincia de La Vega, en la común de Cotuí ejercían los doctores Rafael Landrón, Neftalí Nuñez y Luis Ruffin.  En la común de Jarabacoa los doctores Antonio Martínez y Samuel Mendoza, y en la común de La Vega ejercían los doctores Placido Acevedo, Rafael Castro, Armida González de Contreras, Julio Espaillat, Ernesto Lamarche, Mario Morillo, Hernando de la Mota, Cristóbal Nuñez, Archibaldo Pérez, José de Pool, Fausto Sicard, Joaquín Solís y José Valencia. 

En la provincia Libertador, en la común de Dajabón ejercían Marcelo Alburquerque y Luis Despradel y en Loma de Cabrera Simón Bolívar de los Santos y A. De Jesús Moreno. 

Siguiendo con esta interesante publicación en la Provincia de Monseñor Meriño en Bayaguana ejercían los doctores Juan Contreras y Víctor Chalas y en Guerra ejercía el doctor Luis Payán. Mientras que en Monte Plata ejercían los doctores Julio Abreu,  Ramón Garcia y Julio Senior. 

Por otra parte en la provincia de Monte Cristy, no había médicos en Guayubín, Monción, Santiago Rodriguez o Villa Isabel, solamente en la común de Monte Cristy ejercían los doctores Teodosio Cuello, Andrés Ferrés, Juan Green, Felipe Guiteau y Federico Smester.

Es muy interesante observar como se distribuían los médicos y como algunos trabajaban en varias ciudades.

Revista científica y literaria

Desde 1883 circuló en nuestro país una interesante publicación llamada “Revista científica , literaria y de conocimientos útiles”. Un periódico decenal sobre artes, industria, ciencia, historia y todas las áreas del saber de la época. Salía los días 1, 10 y 20 de cada mes y eran sus propietarios el doctor Guillermo de la Fuente y el señor José Joaquín Pérez. En su número cuatro de mayo de 1883, aparecen datos relacionados con la salud que relatamos a continuación. 

Se hablaba del Juro Médico diciendo: “De dar una ley que organice el cuerpo médico-farmacéutico se ocupa en estos días el Congreso Nacional. Al distinguido doctor Pedro A. Delgado se debió el año anterior un reglamento que fue aprobado por el Ministerio del Interior y Policía. Y en seguimiento se produce la iniciativa del Ejecutivo de la nueva ley. Mucho nos alegraremos de que venga esta ley a cortar de una vez y para siempre los vicios que adolece este servicio en toda la República, velando por la moral y decoro de la profesión, señalando los limites, deberes, derechos y atribuciones de cada uno, y como dice muy bien el ministro a que nos referimos, moralizando el servicio y poniendo a las poblaciones al abrigo de toda superchería”.

En otra información se trata de “un caso raro”. Y decía: “ El Diario del Ozama del 27 da cuenta de un cuerpo de tamaño y forma de un huevo de paloma rodeado de infinidad de cabellos a manera de raíces y formado de sustancias calcáreas que fue extraído de un absceso de la región umbilical por el licenciado D. José de Jesús Brenes. Felicitamos a nuestro joven y estudioso compañero por el éxito que obtuvo y le ofrecemos las columnas de nuestro publicación para que de a conocer la curiosa observación de este fenómeno que no hemos tenido el gusto de ver”. Así se relataban los procedimientos quirúrgicos, escasos y difíciles que se llevaban a cabo en esos años.

También tiene esa edición un anuncio de la La Salud, botica de Rafael Delgado Tejera, que se encontraba en la calle Separación, hoy El Conde, en la ciudad de Santo Domingo. Decía: “El surtido de esta acreditado establecimiento es escandaloso. Los productos químicos franceses que tenemos para el despacho de recetas son de lo mejor que se ha visto aquí. Nuestros precios como la sabe nuestra clientela están al alcance de los más pobres. En una palabra, despacho amable, pronto, equitativo, concienzudo y a todas horas del día y de la noche”.

En el amplio listado de colaboradores de esta publicación encontramos diversos profesionales del área de la salud como el doctor Carlos Arvelo, catedrático de medicina del Instituto Profesional, Dr. Eliseo Font y Guillot, médico y cirujano, el doctor Joaquín Heredia, médico y cirujano, así como también con la misma descripción aparece el doctor Leopoldo Pou y Pereira. Otros colaboradores de esa publicación eran Monseñor Meriño, pasado presidente de la República, Eugenio María de Hostos o Salomé Ureña de Henríquez. 

Encontramos de igual forma un escrito del doctor Joaquín Heredia sobre el estudio de la medicina que en su primer párrafo decía: “ En la gaceta Oficial del 22 de julio de 1882 donde dice Ley Orgánica, se lee el programa de las asignaturas que deben cursar los que se dediquen al estudio de la medicina. Y aparte del grandísimo servicio prestado a la República ya que viene a llenar una necesidad imprescindible es preciso señalar los muchos defectos de que adolece”.  Así vemos como esa publicación aportaba ideas y debate al tema de la educación médica.  Continuará…

La oftalmología dominicana en el S. XIX

Luego de la constitución de la República Dominicana, vinieron tiempos de organización, tanto por Pedro Santana como por Buenaventura Baez, que transformaron el país poco a poco, también en el aspecto médico, donde se notó mucho la mejoría, pues se reabrió la Universidad y se establecieron mejores condiciones en los Hospitales.  En esta  época del siglo XIX, sobresalieron el Dr. Basilio Iñiguez, El Dr. Emeterio Betances, el Dr. Julio Lyon y más tarde, finalizando el siglo XIX, el Dr. Wenceslao Medrano. Se menciona también en las crónicas de la época al oculista cubano Alfredo Morales, quien se estableció en Santo Domingo en 1870, en la Clínica Cano, que estaba ubicada en la Plazoleta Las Mercedes.

En aquellos primeros años de la República, desde el 1844 al 1861, el conocimiento médico era muy limitado, se circunscribía a enfermedades externas del ojo, que no eran muy estudiadas, aunque sí se describe la ceguera por gonococo, la oftalmía, la uña (pterigium) y la catarata. Había un curandero popular, llamado Joaquín el Ciego que vivía en el Cibao, que curaba afecciones oculares con un agua “especial”. Ese personaje se quedó ciego por una conjuntivitis gonocócica. Algunos médicos extranjeros de Cuba y Venezuela realizaron cirugías oculares, aunque la primera de que tenemos referencia la realizó el Dr. Pedro Delgado en 1851, a un paciente de nombre Lorenzo Jirón. Posiblemente realizó una reclinacion del cristalino, aunque en los manuscritos de la época se habla de Dorviel?, bien podría ser la cirugía planteada por Daviel en 1756. Recordemos que en esa época no existía ni anestésicos ni antisepsia.

Y en los años 1859, aparecen publicaciones del Dr. Basilio Iñiguez ofreciendo cirugía oftalmológica. Decía el Dr. Iñiguez que operaba todos los días de los ojos. La extracción se realizaba mediante reclinacion, depresión o dilaceración de la cápsula, según relatan los libros de referencia. Posiblemente todos los métodos eran variaciones de la técnica de Daviel. La operación según relata Moscoso Puello, se realizaba con el paciente sentado o acostado. El día antes de la operación se frotaba el párpado con el extracto de la belladona, para dilatar la pupila. Más adelante se utilizó  la técnica de mojar un papel con sulfato de atropina al 1%, que se colocaba debajo del párpado. Se cubría con apósitos mojados, no muy fuertes, para evitar que el cristalino luxado volviera a subir. Hay poca información sobre los medicamentos empleados en la época, aunque ya se importaban una gran cantidad de preparados extranjeros, algunos con nombres muy curiosos como el “jarabe pectoral de café de Arabia, del Dr. Delangriener, para las afecciones del pulmón”, que solamente pedirlo debía cansar al paciente. El Periódico El Universal de Santo Domingo del 1872, reportaba que en la Botica Dominicana, “habían recibido: espejuelos superiores de cristal, espejuelos llamados conservadores, bañaderas de cristal para los ojos con figura de irrigadores y la excelente leche antefélica”.

Aunque algunas de las informaciones recaudadas son algo contradictorias, aparentemente el primer dominicano que estudió oftalmología fue el Dr. Julio Jose Lyon, quien nació en 1849, se graduó en 1887 en Paris, obteniendo un doctorado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Paris. Obtuvo el exequátur el 20  de agosto del 1888. Se estableció en la Calle Las Mercedes 18, donde también ejercía como estomatólogo, según algunos de los textos que hemos consultado. Ofreció consultas aquí por poco tiempo, ya que se trasladó a La Habana, donde ejerció hasta su muerte en 1949. Una larga vida, en la que obtuvo diferentes reconocimientos tales como caballero de la legión de Honor, Oficial de la Academia Francesa, Medalla de Oro de la Cruz Roja Española, entre otros.

Dr. JULIO A. CASTAÑOS GUZMÁN. 

Es un prominente hematólogo, reconocido por el Colegio Médico Dominicano (CMD) como Maestro de la Medicina Dominicana por su exitosa trayectoria profesional y de servicio a la sociedad. Graduado de Doctor en Medicina por la Universidad UASD en 1983, se traslada a Madrid, España, donde realizó su postgrado en Medicina Interna en la Clínica de la Concepción, Fundación Jiménez Díaz y, de la especialidad en Hematología y Hemoterapia, en la Clínica Puerta de Hierro, Madrid. Fue becario del Instituto de Cooperación Iberoamericana de 1985 a 1989. 

Su vida académica inicia en 1978 en la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad UASD, en la cual, siendo estudiante meritorio, fue designado por concurso Monitor de Farmacología. Ingresó a la Universidad Iberoamericana (UNIBE) en 1989 como profesor de la Escuela de Medicina y en 1992 fue designado decano de la Facultad de Ciencias de la Salud. Realizó una maestría en Educación Superior y un máster internacional en Pedagogía Médica en la Universidad de Castilla La Mancha, España. En 2016 realizó una especialidad en Gestión de Calidad en Servicios de Salud en UNIBE y en el Centro de Gestión Hospitalaria de Colombia. El doctor Castaños es miembro de la Asociación Europea de Educación Médica, miembro de número de la Academia Dominicana de Medicina y miembro de número de la Academia de Ciencias de la República Dominicana.  Desde 2001 es presidente del Patronato del Hospital General de la Plaza de la Salud, HGPS, y ha sido reconocido en diversas ocasiones por los logros alcanzados durante su gestión en el centro hospitalario. 

Fue rector de la Universidad Iberoamericana por cuatro periodos, alcanzando bajo su rectoría importantes logros en el ámbito del fortalecimiento institucional e internacionalización y en las relaciones interinstitucionales, con el logro de haber sido elevada a los más prestigiosos rankings de universidades latinoamericanas. Asimismo, durante su gestión la casa de estudios superiores se enfocó en fortalecer la investigación académica y un modelo educativo basado en la pertinencia del aprendizaje. En marzo de 2018 fue investido por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) como Profesor Honorario por su fructífera trayectoria en el ejercicio de la medicina y en la educación.

En el HGPS ha logrado un estilo de liderazgo motivador y ha puesto en marcha innumerables proyectos de crecimiento para la institución. En el ámbito de los trasplantes, el Dr. Castaños Guzmán, juntos a otros 2 médicos dominicanos, realizo el primer transplante de Médula Osea en el país, escribiendo una pagina en la historia de la medicina dominicana. Fundó la Unidad de Oncohematología en el año 2000, y gracias a su apoyo y entusiasmo en el 2005 se realizó el primer trasplante de donante fallecido realizado en República Dominicana, así como el primer trasplante de corazón, ambos de forma exitosa. en el HGPS. Bajo su dirección y liderazgo ha enviado a varios grupos de médicos a reconocidos centros de salud de Europa y Estados Unidos a prepararse para crear las unidades de trasplantes, profesionales capacitados, que ya le han devuelto la vida a cientos de pacientes dominicanos. 

En el campo de las comunicaciones, el Dr. Castaños es autor de la columna de salud, Médico de Cabecera y de las cápsulas para televisión con el mismo nombre que se presentaban  todas las semanas por CDN, como una manera de educar y mantener a la población actualizada en temas de salud. También fué coproductor y cofundador del programa Semanal Sano Encuentro, durante más de 10 años. En el año 2022 fue reelecto por unanimidad para ocupar la presidencia por 3 años más hasta el año 2025.

Dr. Socrates Bello Ortiz

Nace en Santo Domingo el 4 de julio 1952. Ingresa en 1970 a la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional Pedro Henriquez Ureña, UNPHU, y el 24 de agosto de 1978, recibió su título de Doctor en Medicina, mención de honor “Cum Laude”. Cursó estudios de Postgrado en Medicina Interna, en el hospital Dr. Salvador B. Gautier, perteneciente al entonces Instituto Dominicano de Seguros Sociales, IDSS, del 25 de agosto 1978 al 30 de junio 1981. Hizo su residencia de Cardiología desde  el 1ro. Julio 1981 al 30 de junio de 1984, en la misma institución. Realizó estudios de “Cuidados Intensivos Post-Quirúrgicos en Pacientes Cardíacos”, en el Hospital de Cardiología y Neumología del Centro Médico Nacional del Instituto del Seguro Social, México. D.F. del 2 de julio al 3 de diciembre 1984. Es preciso mencionar que fue el primer médico dominicano con este entrenamiento.

Desde 1979 comienzó la labor docente en su Alma Mater impartiendo diferentes asignaturas, tales como: Semiología Médica; Patología Médica y Clínica Médica. Fue el Jefe del Departamento de Medicina Interna de la UNPHU desde agosto 1992. Desempeñó varias funciones en la Escuela de Medicina de INTEC, como Coordinador del Internado de Medicina Interna, 1986 a 1994; Profesor de Terapéutica, 1986 a 1989; Profesor de Cardiología, 1986 a 1987 y Coordinador de Medicina Interna (Interino), marzo 1988 a marzo 1989. En el Hospital Dr. Salvador B. Gautier, IDSS, fue Coordinador de la Residencia de Cardiología desde enero 2004 hasta el 1ro de julio 2008. fue Profesor Emérito de la Residencia de Post-Grado de Cardiología,  de esa institución desde julio 2008.

Fue miembro activo del Colegio  Médico Dominicano; de la  Agrupación Médica del IDSS; de la Asociación de Egresados Residencia Cardiología del IDSS; Miembro Titular de la Sociedad Dominicana de Cardiología y Miembro del Comité Consultivo de la Revista Científica “Acta Médica Dominicana” desde el volumen 9, #4; julio-agosto 1987. En esa excelente publicación médica fue además un permanente articulista con trabajos muy interesantes dentro de su area de ejercicio. 

En su vida profesional asistió a congresos, seminarios, cursos, tales: Curso Intensivo de Electrocardiografía Básica, 1980; V Curso de Cardiología Pediátrica, 1981; VII Convención Médica Nacional del IDSS, 1981 hasta la fecha (cada 2 años); VIII Congreso Dominicano de Cardiología, agosto 1985 hasta la fecha de su deceso; Simposios Médicos de la Fundación Tumen y UNPHU, noviembre 1987, entre otros. Profesor Invitado en innumerables Congresos, Convenciones y Cursos, siendo en su mayoría exponente y coautor,citamos: Primeros Auxilios en caso de Inmersión. Escuela Dental UNPHU, noviembre 1980; VII y VIII Convención Médica Nacional del IDSS, Coautor marzo 1981 y 1983. IX Congreso Dominicano de Cardiología, Coautor, Agosto, 1983. 1er Congreso Dominicano de Neumología y Cirugía del Tórax, 1982; IX y XIII Congreso Dominicano de Cardiología, Coautor, 1983 y 1991 entre tantos. Publicó  22 trabajos científicos.

Fue Coautor de los libros publicados en el año 1989, “Jornadas Cardiológicas” junto a los Drs. Carlos Lamarche Rey y Claudio Almonte y “Lecciones de Clínica y Medicina Crítica” con los Drs. Rafael Y. Bell Brens y Claudio Almonte. “Cardiodinámica” en colaboración con el Dr. Rafael González de Peña (editor) 3era. Edición en el 1999.

Por su ardua labor profesional y excelentes aportes a la medicina dominicana fue reconocido por su Alma Mater como Egresado Distinguido el 20 de septiembre del 2016. Las informaciones que compartimos aquí provienen de la UNPHU. Falleció en el año 2023 dejando una profunda tristeza en sus colegas , familiares y amigos. En enero de 2024 la Asociación Dominicana de Cardiologos intervencionistas, le dedicó su jornada de actualización.

Sociedad Dominicana de infectología

Esta agrupación de especialistas ha sido de particular relevancia en los tiempos recientes ante la pandemia de COVID-19 y los brotes de enfermedades reemergentes como el caso del Dengue. Esta sociedad cuyo inicio se remonta al 24 de abril de 1989, como dice su página web:  “con el único fin de servir eficientemente a la comunidad nacional, agrupando en su seno a los profesionales de la salud especializados en el conocimiento de las enfermedades infecciosas y parasitarias”. 

También nos ofrece su página en la web la siguiente información: “Desde su fundación la Sociedad Dominicana de Infectología ha contribuido al conocimiento, 
prevención, tratamiento y control de las enfermedades infecciosas y parasitarias a través 
de rigurosas investigaciones y profundos estudios; como también a la normalización de las principales enfermedades infecciosas, causas de alta morbi-mortalidad en nuestro país trabajando junto a las autoridades de salud, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y sociedades especializadas. 
Entre sus logros mas destacados pueden citarse los siguientes:
· Celebración de nueve congresos nacionales, el IV Congreso Centroamericano y del Caribe de Infectología y el Congreso de la Asociación Panamericana de Infectología”.  Los presidentes de esta sociedad son todos prestigiosos profesionales, como es el caso de su primer presidente el doctor Jesús Feris iglesias, quien en la actualidad es el superintendente de seguros y riesgos laborales, posición que ocupa con destreza y honestidad. Luego le siguieron los doctores Ivelisse Garris, Chabela Peña, Miguel Ureña, Josefina Fernández, Mónica Thormann, Julio Demorizi, Carlos Rodriguez, Virgen Gómez, Rosario Valdez, Genara Santana, Talia Flores, Carmen Mota, Rita Rojas, Clevy Pérez y Rosa Abreu. 

Es interesante mencionar que el origen de la Asociación Médica de Santo Domingo, entidad precursora del actual Colegio Médico Dominicano fue el de orientar a la ciudadanía y las autoridades en el manejo y prevención de las enfermedades epidémicas. Por su carácter como sociedad especializada rectora en el manejo de los antimicrobianos en el país, se elaboró  la 
»Guía Fármaco Terapéutica para el Manejo de las Enfermedades Infecciosas», en colaboración con las diferentes Sociedades Médicas Especializadas del país y la Comisión 
Ejecutiva para la Reforma del Sector Salud y con la colaboración de la OPS las “Guías de Manejo de la Enfermedades Infecciosas en Republica Dominicana”. De igual forma la Sociedad Dominicana de Infectología mantiene estrechas relaciones de trabajo con el Colegio Médico Dominicano y con el Ministerio de Salud, algo muy recomendable y que esperamos que los actuales incumbentes de ambas instituciones sigan colaborando estrechamente con las sociedades especializadas en general y con la de infectología en particular.

La sociedad tiene la filial norte que también organiza actividades en la región norte del país con sede en la ciudad de Santiago. Además de la información sobre enfermedades como la tuberculosis, el dengue, la influenza  o el paludismo , la sociedad de infectología mantiene un seguimiento y orientación al país sobre la vacunación, en una época en que tantas preguntas y cuestionamientos al respecto han surgido. En su página web informan que con la pandemia del COVID las coberturas de las vacunas se vieron afectadas en todos los grupos de edad sobre todo en vacunas contra neumococos, rotavirus o la pentavalente. Los especialistas infectólogos son los llamados a orientar a la población sobre las características de cada tipo de vacunas y su pertinencia para ofrecer la mejor y mayor protección posible a todos los dominicanos. Contar con estos especialistas es una garantía para toda la población que tiene preguntas o dudas sobre las vacunas de cualquier tipo. Si tienen cualquier pregunta consulten a nuestros médicos infectologos!!

Cólera murbus, 1854

En el año de 1854 el entonces presidente de la República y general de los ejércitos, Pedro Santana emitía un decreto en torno a la terrible epidemia de cólera que azotaba algunas islas del caribe como Nevis o Saint Thomas. En los considerandos decía que esa epidemia ocasionaba “espantosos estragos”. Hacía referencia además a la Junta Sanitaria que convocada al efecto, se refería  a las tristes experiencias de otras epidemias. Y desde luego establecía que era el deber del supremo gobierno de salvar a la población de esos funestos efectos. 

Decretaba : “queda absolutamente prohibido toda comunicación con la San Tomas y demás islas en donde existe o se tema que existe el cólera. De igual forma ningun buque procedente de esas islas se les permitirá aproximarse a los puertos o lugares de desembarque de la República hasta nueva disposición.” El articulo segundo que todo buque que sea o no de guerra o mercante que venga de los lugares apestados o que se presuma, y pese a no tener enfermos a bordo, se pondrán en completa incomunicación más o menos prolongada según el estado sanitario de las personas y del cargamento que pueda importar  a su bordo.  El mínimo de observación será de nueve días y su máximo según lo determinen las circunstancias. Y agregaba: “ tan luego como se aviste un buque procedente de la parte este de esta isla, la sanidad saldrá a reconocerlo y visitarlo y viniendo de los puntos infestados sin enfermosa su  bordo lo destinará al lugar determinado para la cuarentena, previo al examen de sus papeles sanitarios y recibo de la correspondencia con las precauciones que en iguales casos se acostumbran. Se destina como lugar de cuarentena para la Capital y Azua el punto de Las Calderas para los buques que no tengan enfermos a su bordo y el de Punta de Salina para los buques que tengan enfermos. Se establecerá una comisión sanitaria y la correspondiente custodia para impedir toda comunicación. “

Establecía además que durante la cuarentena se observarán estrictamente las disposiciones reglamentarias bajo la responsabilidad personal de los encargados de su observancia coincidiéndolas con las que la humanidad exija.  Esos encargados debían velar no solamente por evitar los contagios pero además cuidar a los enfermos en los buques. Daba además a la Junta Sanitaria la capacidad de legislar al respecto. Esa misma Junta, estaba encargada de establecer los puntos de cuarentena en el resto de los puertos del país.  El Ministerio de Interior y Policía era el encargado de la ejecución de ese decreto, que fue firmado en enero de 1854.

Ese ministerio emitió una comunicación a los “jefes Superiores políticos de la República”  requiriendo que informaran a los alcaldes de los puertos habilitados para el comercio extranjero para que  aplicaran las resoluciones y reglamentos y establecieran las multas que se aplicarían en cada caso.  Así que se encargaba a los ayuntamientos de la aplicación y supervisión de las medidas de Higiene Publica. Pero por otro lado la Junta Sanitaria, cuyo secretario en ese año era el doctor Pedro Delgado, emitía recomendaciones e instrucciones para limitar los riesgos a la salud de la situación. Además de la vigilancia de las epidemias, la junta sanitaria también debía supervisar el estado de los alimentos que se vendían en los mercados y tiendas. De igual forma encargaba a los ayuntamientos de esa vigilancia. La precaria situación sanitaria de nuestro país en 1854 era evidente por la escasez de personal sanitario calificado y debía utilizar a personas en los ayuntamientos con unas mínimas instrucciones para vigilar las condiciones de salud de los dominicanos. 

Diccionario panhispánico de términos médicos!

El diccionario panhispánico de términos médicos es una importante  novedad para todos los médicos hispanohablantes. Ha sido trabajado por un grupo de profesionales de diversos ámbitos del saber y de diversas áreas tecnológicas.

En la presentación el doctor Eduardo Díaz-Rubio, presidente de la Real Nacional Academia de Medicina de España escribió: “El Diccionario panhispánico de términos médicos (DPTM) constituye un ambicioso proyecto en el que han colaborado estrechamente, a lo largo de más de diez años de intenso trabajo, trece Academias Nacionales de Medicina:  Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, México, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Bajo la coordinación de la Real Academia Nacional de Medicina de España (RANME) y el auspicio de la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de Medicina, España y Portugal (ALANAM), este diccionario es una obra panhispánica, colegiada y coral. En septiembre de 2012, en solemne reunión celebrada en Madrid, se firmó un protocolo para la elaboración de este proyecto, pero fue en 2015 cuando dieron comienzo de forma oficial los trabajos de elaboración del Diccionario panhispánico de términos médicos. Concebido como una obra colectiva en la que han participado prestigiosos especialistas de las diferentes disciplinas biomédicas, posee una clara vocación integradora. Recoge la riqueza del léxico biomédico de habla hispana con sus diferentes variantes y usos específicos, al tiempo que garantiza la unidad imprescindible del lenguaje médico en español.

Nuestro diccionario responde a la necesidad de una sociedad que habla, trabaja y vive en español, y en especial a la de sus profesionales sanitarios, que llevaban tiempo demandando una obra de referencia que sirviera de guía en el cada vez más complejo y apasionante ámbito del lenguaje médico. Por fin, los más de 500 millones de personas que hablan nuestro idioma tienen a su alcance una obra de lexicografía médica tan ambiciosa como las publicadas en otras lenguas.

En estos momentos en los que el inglés se ha convertido en la lengua de intercambio científico internacional, no podemos encerrarnos en las fronteras de nuestro propio idioma. Al español, como a cualquier otra gran lengua de cultura, llegan frecuentemente neologismos, pero es preciso adaptarlos a los cimientos de nuestra morfología, ortografía y gramática. Lo que carece de lógica sería incorporar anglicismos crudos por mera comodidad o por esnobismo. Por otro lado, es necesario regular también el uso indiscriminado de acrónimos, procedentes o no del inglés, que dificultan enormemente la comprensión de los textos científicos.

Con más de 70 000 términos, el DPTM se presenta como una obra de acceso libre y gratuito en la que ha trabajado un gran equipo, multidisciplinario y multinacional, formado por el cuerpo académico de la RANME y de otras doce Academias Nacionales de Medicina americanas, apoyado por numerosos especialistas de prestigio en sus disciplinas, junto a traductores, informáticos, etimólogos, lexicógrafos o especialistas en codificación”.

En palabras del presidente de ALANAM, doctor Germán Gamarra: “El español, por su carácter de lengua supranacional hablada en más de veinte países, constituye un conjunto de normas diversas que comparten una amplia base común. Como expuso el escritor y filólogo mexicano Antonio Alatorre, «el español es la suma de todas las maneras de hablarlo». Este es el espíritu con el que se ha trabajado en este proyecto: la búsqueda de un marco flexible y dinámico que garantice la unidad y respete la diversidad”.

Desde nuestro país, sede de la primera Universidad y del primer hospital de América, es de gran satisfacción formar parte de esta obra. Desde ya pueden consultarla en la siguiente dirección: www.dptm.es

Su carácter interactivo y actualizado será de enorme utilidad para médicos y estudiantes de medicina de todos los países que tienen el español como lengua común.

El Colegio Dominicano de Cirujanos

En este 2024 el Colegio Dominicano de Cirujanos celebra sus 50 años de fundado, cuando el día 10 de enero se reunieron un grupo de profesionales para como Miembros Fundadores instituir esta agrupación de especialistas. El primer presidente fue el doctor José Gil en la directiva 1974 a 1976 y le acompañaron los doctores Abel González M., José Chanlatte, Zoilo Fernández, Roberto Sánchez, Rafael Miranda, Franz Thomen, Eduardo Rodríguez y Rubén Andújar.

Su incorporación se hace mediante el decreto No. 545 del 30 de enero del año 1975, y más adelante se consiguió declarar el 10 de enero como “Día del Cirujano Dominicano”.  De la página web del Colegio leemos: El objetivo principal, desde esa época ha sido la unidad y el desarrollo académico del cirujano dominicano, a la altura de la cirugía mundial. Los primeros congresos fueron celebrados en el legendario Hotel Lina de la ciudad de Santo Domingo, siempre en el mes de febrero, eventualmente, se trasladaron al auditorio del Banco Central de la Republica y hotel Santo Domingo, en tiempos más recientes se inició la realización de los congresos en hoteles de playa, por su todo incluido, resultando más atractivos, tanto para los organizadores y miembros como para los invitados internacionales, quienes han preferido el gozar de las paradisiacas playas dominicanas. En el segundo congreso de cirugía, del HOTEL LINA (15 al 18 de febrero de 1978), tuvimoscomo invitados a  personalidades, como Komei Nakayama, John Madden, Guy Robbins, Fidel Ruiz Moreno.

Como alumno del doctor Rafael Miranda Borbón estuve presente en el segundo congreso y recuerdo las presentaciones de cirugía del doctor Nakayama así como las cirugías extraordinarias del profesor mexicano Ortiz Monasterios. Seguimos con las informaciones de la página www.colegiodominicanodecirujanos.com : El local principal estuvo por mucho tiempo, en una casa cedida por el Dr. Rafael Miranda, ubicada en la calle Pedro A. Lluberes casi esquina avenida Bolívar, luego de su muerte se adquirió el actual local en la Plaza José Contreras, en la directiva 1998-2000. Es importante destacar que al final de los años 70, se inician los programas de residencia de cirugía, siendo pionera la del Hospital Dr. Luis Eduardo Aybar, estructurada por el Dr. Rubén Andújar y otros destacados cirujanos miembros del CDC. Posteriormente la residencia del Hospital Dr. Salvador B. Gautier, Residencias médicas del Hospital Militar, Hospital Cabral y Báez en la ciudad de Santiago, Hospital Padre Billini y Moscoso Puello. Son más recientes otras fundadas a finales de los 90 y el inicio del milenio 2000.

La presencia de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) en la primera etapa de las residencias fue determinante, ya que, al tener presencia en los hospitales a nivel de pregrado, le toca tener más tarde un papel importante en los programas de residencias al principio de la década de los años 80, otorgándoles su aval academico a las existentes. Se crean nuevas universidades en el país y surgió el organismo regulador como el Consejo de Educación Superior (CONES) en los años 80. La formación del Consejo Nacional de Residencias Médicas (CNRM) en 1997, repercutió en el otorgamiento de avales de las distintas universidades nacionales para los nuevos programas académicos de las residencias médicas, significando un proceso de mayor formalización, sobre todo, en las titulaciones”.

Figuras prominentes de la cirugía como los doctores Miguel Delgado Batlle, Diogenes Bergés, Rafael Miranda B., Rubén Andújar, Luciano Martinez Persia o Ludovino Sánchez han sido presidentes de esta importante sociedad especializada. Una especial mención al doctor Roberto Sánchez Sanlley por su enorme dedicación a la cirugía. Y a los doctores Abel Gonzalez Canalda y Rafael Sánchez Español por us papel en el avance de la cirugía laparóscopica.